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Encuentran planeta predicho en 2006

Encuentran planeta predicho en 2006
No ocurría algo similar desde el descubrimiento de Neptuno en 1846. En 2006, la astrónoma Alice Quillen, de la Universidad de Rochester, predijo que un planeta de talla y órbita particular debía ocultarse tras el polvo de su estrella. El pasado diciembre, la Universidad de Rochester puso en línea el descubrimiento: el planeta fue fotografiado por el telescopio espacial Hubble.

El planeta más lejano visible a simple vista es Saturno, por lo mismo conocido desde la antigüedad. El perfeccionamiento del telescopio durante un par de siglos, dio a Wi-lliam Herschel un instrumento con resolución suficiente para, en 1781, encontrarse con un cuerpo celeste desconocido y que, al verlo cambiar de posición noche a noche respecto del fondo de estrellas fijas, identificó como un planeta. Como ya existían los nombres Júpiter y Saturno, el primero, padre de los dioses e hijo a su vez del segundo, siguiendo la misma línea sucesoria al nuevo planeta le vino bien el nombre Urano, nombre griego para la personificación del cielo: Uranós. La Tierra, Gea, al emerger del Caos primordial, da origen a Urano, el cielo.

Pero la órbita de Urano pronto mostró extravíos inesperados: no se ajustaba a las leyes de Newton, comprobadas en todos los demás planetas (salvo una cierta precesión de Mercurio, que debió esperar a Einstein). Las irregularidades se podían entender si existía un planeta más lejano. En 1843, el británico John Adams hizo los cálculos matemáticos para localizar el planeta que explicara los extraños movimientos de Urano. En 1846 lo encontró el francés Le Verrier. No habiendo un padre de Urano, se le dio el nombre del dios romano de los mares, Neptuno, hermano de Júpiter.

El descubrimiento reciente es la segunda ocasión en que se predice la existencia de un planeta. Gira en torno a una estrella cercana y brillante, Fomalhaut, que se encuentra rodeada por un disco de polvo. Eugene Chiang, de la Universidad de California en Berkeley y parte del equipo que fotografió el planeta señala que ha sido notable: “Alice vio la forma en que el borde interior del anillo de polvo se cortaba de forma aguda y reconoció que un planeta posiblemente orbitaba exactamente dentro. La órbita que encontramos es sorpresivamente cercana a la predicción de Alice.”

Nick Bigelow, del Departamento de Física y Astronomía en la Universidad de Rochester nos pide pensar en que: “Han debido pasar unos 160 años desde que la presencia de un planeta fuera inferida y rápidamente fotografiada, y eso ocurrió con un planeta que orbita nuestro propio sol, no una estrella alejada… ¡Extraordinario!”

Quillen está entre los expertos mundiales en predicción de talla y posición de planetas a partir de los rastros dejados en el anillo de polvo de la estrella. Empleó las imágenes del Hubble que revelaron cómo el anillo de polvo en torno a Fomalhaut estaba descentrado. Las imágenes eran lo bastante claras para mostrar que el anillo mismo tenía un borde interior sorprendentemente cortado. Ese detalle, calculó Quillen, exigía que un planeta en el tamaño de Neptuno recortara el lado interior del anillo, empleando su gravedad para sacar el polvo en el área de la órbita.

Según los cálculos de Quillen, el anillo es elíptico porque así es la órbita del planeta en torno a Fomalhaut: un dato curioso en un sistema tan joven. Cuando se forman estrellas a partir de una nube gigante de gas y polvo, el momento angular de la nube se transmite a todos los objetos que se forman de la nube, incluidos planetas nuevos. Así que, inicialmente, esos nuevos planetas orbitan trayectos circulares, no elípticos.

Quillen trabaja sus modelos estelares como estructuras hidrodi-námicas, y explica que estrellas más jóvenes están rodeadas de polvo más fino, que por eso actúa de manera más similar a un fluido; mientras que, en estrellas más viejas, el polvo se aglomera, por colisiones, en cuerpos mayores.

Fomalhaut se encuentra a sólo unos 22 años luz de la Tierra. Es la estrella alfa (más brillante) de la constelación Piscis Austrinus, poco al sur de Acuario. Aunque es muy brillante, es todavía más notable por encontrarse en una región del cielo carente de estrellas en las primeras magnitudes. Su mayor altura sobre el horizonte (mejor hora para verla) va de la 1am en agosto a las 7pm en noviembre. Los romanos la asociaban a la diosa Ceres (de donde nos viene el nombre “cereal”) cuyo equivalente griego era Deméter o Dímitra, madre de Perséfone, que subía a la tierra desde el Hades y con ella se producía la primavera.

Durante enero olvídela porque se pone temprano, pero tiene el mejor espectáculo de los cielos: la constelación de Orión en todo su esplendor: un gigante cazador con la estrella Sirio a sus pies, la más brillante del firmamento; Tauro, el toro al que dispara una flecha, con Aldebarán rojiza en un cuerno, Cochero con su amarilla Cabra, las Pléyades, Géminis con Cástor y Pólux: una gran fiesta en todo lo alto hacia las diez.