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Mitos y Verdades de Plutón

Mitos y Verdades de Plutón
En 1905, el astrónomo estadounidense Percival Lowell propuso que las órbitas de Urano y Neptuno se encuentran influenciadas por un planeta pequeño y remoto, aún no visible para los telescopios de la época. No fue hasta 1930 en que un joven asistente de Lowell, Clyde Tombaugh, logró descubrir (y ver) a este cuerpo celeste.
La noticia del descubrimiento del “Planeta X”, como se le llamó en ese entonces, dio la vuelta al mundo y despertó el interés de astrónomos y aficionados a la ciencia por igual. Entre estos entusiastas estaba un bibliotecario de la Universidad de Oxford, Falconer Madan, quien mostró a su nieta, Venetia Burney, la noticia del hallazgo y el aviso que invitaba enviar propuestas para dar un nombre al planeta. Fue Venetia, en ese entonces de apenas once años, quien propuso el nombre de “Plutón” en honor al dios romano del inframundo. La niña explicó que eligió ese nombre, en primer lugar, porque Plutón es una deidad importante cuyo nombre todavía no ha sido usado en el “panteón” de la astronomía; y segundo, porque el rey del inframundo puede mantenerse invisible por un tiempo prolongado, tal como lo hizo el elusivo “Planeta X” hasta entonces. A Madan, su abuelo, esta idea la pareció más que perfecta y contactó al Observatorio Lowell para proponela. La propuesta de la niña fue tomada con gran estima por los científicos del observatorio, sobretodo porque el nombre llevaba las iniciales del astrónomo detrás del proyecto, Percival Lowell: PL.
 
 
Esta historia se vuelve aún más curiosa cuando se toman en cuenta tres circunstancias adicionales. Primero, porque en la familia Madan existió otro aficionado a la astronomía y la mitología antigua por igual, Henry George Mada, hermano de Falconer y tío abuelo de Venetia. En 1878, fue él quien propuso los nombres para los satélites de Marte, Fobos y Deimos, recién descubiertos por el astrónomo Asaph Hall el año anterior. Segundo, porque la sonda New Horizons está llevando a bordo una onza de las cenizas de Clyde Tombaugh, el descubridor del planeta. Y tercero, porque uno de los instrumentos de investigación que lleva la sonda está bautizado en honor a Venetia Burney.
 
 
Sentada la idea principal de la mitología alrededor del planeta, los astrónomos continuaron con una lista nombres vinculados al reino de los muertos para bautizar a los demás satélites de Plutón. Así, la luna más grande se llama Caronte, en honor al encargado de guiar las almas de los muertos. Otra luna fue bautizada como Estigia, como el río que debían cruzar los pasajeros de Caronte. La tercera luna se bautizó como Cerbero, en honor al perro guardián de tres cabezas que cuida la entrada al inframundo. Los últimos dos satélites se llaman Nicte o Nix (diosa de la noche) e Hidra (la serpiente de tres cabezas a quien venció Hércules). Como Nicte e Hidra fueron descubiertas después de que New Horizons sea lanzado a Plutón, los nombres fueron especialmente escogidos por llevar las iniciales de la sonda: N y H.
 
 
Plutón (Πλο?των) es uno de los nombres del rey del inframundo de los antiguos griegos, pero esta denominación apareció relativamente más tarde, en el siglo V A.C. Los autores más antiguos, como Homero y Hesíodo, lo llamaban por su denominaciones previas: Hades, Aidas y variaciones de su nombre (??δης, ??ς, ??δωνε?ς, ?ιδως). En “La Ilíada” y “La Odisea”, Hades es tanto una deidad, “Señor del Infierno” (traducción de N. Gnedicha), y el lugar donde moran los muertos, “la morada lúgubre” (traducción de V. Zhukovsky). Los griegos le temían y solían llamarlo también como “el otro Zeus” o “el Zeus del inframundo”. Pero como suele pasar con regularidad entre los antiguos, los dioses más lúgubres eran también los más prestos a brindar ayudar y ser compasivos. Así, las denominaciones negativas del Rey de los Muertos, como “invisible”, “tenebroso”, “severo”, se equiparan con “glorioso”, “consejero” y “de cabellera hermosa”.
 
 
Es importante tener en cuenta que Hades no era un “agente de muerte”, es decir, él no mataba a nadie ni recogía cadáveres. Como señala la estudiosa de la Grecia Antigua, Emily Vermeule, Hades reinaba en los límites de la memoria. Aún más: Hades era considerado como un señor generoso y justo, ya que todos los que llegaban a él se quedaban para siempre. Así, aproximadamente en el Siglo V, es que se le empezó a llamar “Plutón”: la personificación de la riqueza, aunque los griegos ya empleaban esa denominación para otras deidades, y optaron por seguir utilizando “Hades”.
 
 
En la temible encarnación de este dios en los griegos, Hades, casi nunca se le rindió honor, ya que él era indiferente a los sacrificios y las plegarias. Los antiguos autores solo daban cuenta de uno de los templos de Hades, que solo se abría una vez al año, y un santuario. Pero en la encarnación de Plutón, el culto al rey del inframundo estaba ampliamente expandido en Grecia: esta deidad era honrada en Eleusis, Esparta, Éfeso, Cnido y otras ciudades. Es interesante notar que el culto no solo iba dirigido a Plutón, sino también a su esposa Perséfone (Proserpina): ambos eran considerados como unos jueces justos y amigables, y fueron venerados bajos los nombres de Plutón y Kore.
 
 
El poeta Hesíodo menciona un hijo de Démeter llamado Plutos, a quien se lo representa como un muchacho con espinas o con un cuerno de la abundancia en la mano; y, menos frecuente, como un anciano ciego (de acuerdo al mito, el anciano repartía regalos a mano llena a cualquiera que tuviera la suerte de cruzarse en su camino). Plutos, la encarnación de la fertilidad en la imagen de un niño, participó de los misterios de Eleusis, junto con su madre y su media hermana Perséfone. Pero con el tiempo, Plutón y Plutos empezaron a ser lo mismo, generando confusión. Por eso, no sorprende que, en “La Divina Comedia”, Dante y su guía Virgilio se encuentren en el cuarto círculo del infierno con el terrible demonio Plutos, a quien el poeta, asustado, denomina “enemigo de la grandeza”, “bestia” y “maldito lobo” (traducido por M. Lozinski). Por cierto, una de las frases más misteriosas de la obra de Alighieri es dicha por Plutos: «Pape Satàn, pape Satàn aleppe!». Hasta el día de hoy, los investigadores siguen debatiendo en qué idioma está y qué significa la frase que le fue dicha a Dante por este personaje del inframundo.
 
 
En las imágenes antiguas de Plutón no hay nada que produzca rechazo o terror del personaje. Por el contrario, se lo representa como un hombre barbudo de mediana edad con pose de realeza. Algunas veces tiene en la mano un cetro, un granado, una cornucopia u otros símbolos de muerte o riqueza. Los autores posteriores a la Antigüedad hacen referencia a una llave con la que Plutón encerraba el reino del inframundo para que nadie escapara al mundo de los vivos.
 
 
El rapto de Perséfone por Hades es uno de los mitos griegos más famosos de todos los tiempos. Démeter, la diosa de la fertilidad (y de paso, hermana de Zeus, Poseidón y Hades) y madre de Perséfone, casi deja morir de hambre a la humanidad debido a la tristeza por la pérdida de su hija. Solo su viejo sirviente, Yambe, pudo devolverle los ánimos. Gracias a eso la diosa pudo ponerse de acuerdo con Hades para que Perséfone pase una parte del año en la superficie y la otra en el inframundo, en el reino de su flamante marido-raptor. De este modo, así como Perséfone, los granos para producir pan pasan una parte del año debajo de la tierra y empiezan a brotar a la superficie después, un ciclo del cual depende la humanidad para alimentarse.

 

Uno de los mitos más populares respecto de Hades-Plutón forma parte de la última tarea que debe cumplir Hércules en la leyenda de Orfeo y Eurídice. El gran héroe pudo llevarse consigo al perro Cerbero, el guardián del inframundo y del mundo de Hades, y guiarlo hacia la luz. También, el gran músico Orfeo, bajó al inframundo para rescatar a su esposa, Eurídice, con el permiso de Plutón y Perséfone. Los reyes dieron como condición que Orfeo camine con ella, pero sin mirarla, pero el músico no se resistió y volteó en dirección a su mujer. Como castigo, Eurídice se quedó bajo tierra para siempre.
 
 
La leyenda de Orfeo y Eurídice inspiró a muchos compositores de nuestra era. Así, la ópera más antigua de la cual se tiene registro se llama “Eurídice” y fue escrita por Jacobo Peri y el poeta Ottavio Rinuccini, y fue presentada por primera vez en el año 1600. Siete años después, apareció la ópera “La fábula de Orfeo”, de Claudio Monteverdi, una obra maestra de la ópera que se sigue presentando hasta el día de hoy. En ella, la “voz” de Plutón se ejecuta con el bajo.
 
 
Cuando en 1858 se realizó la premier de “Orfeo en los infiernos”, de Jacques Offenbach, una parodia del mito hecho de la forma más pícara posible, la voz del dios del inframundo fue hecha por un tenor. Por cierto, el cancán más popular de la composición de Offenbach, también conocido como el “galope del infierno”, representa a los dioses del Olimpo gozando de un banquete y baile mientras se encuentran de visita en casa de Plutón.