Astrología y Sueños: Crónicas de la Trenza del Tiempo.
Autor: Alejandro Fau
Tengo la certeza que sí, al menos cuando accedemos a un determinado plano de ellos. Esa es al menos mi propia experiencia, y la de muchos otros. Lo cual quizá llevaría a plantear la pregunta de la predestinación una vez más dentro del debate astrológico: ¿Todo está ya escrito y nada, esencialmente, puede cambiarse? Pero no, pues todo está escrito, pero todo puede cambiarse.

Mi certeza en que los sueños pueden proveernos datos del futuro no es nueva, no porque la hubiesen planteado otros ya, sino porque es algo a lo que vengo prestando atención desde hace mucho tiempo debido a mi infrecuente capacidad de recordarlos vivamente y durante muchos años desde muy muy pequeño. Me asusta el asunto, no diré que no. Si bien he hecho metódicos estudios particulares, muy amplios y profundos, encuentro que el material existente es muy disperso y de bastante pobre calidad en su conjunto. En su gran mayoría he encontrado material que sustenta teorías plagadas de superstición animista, o de prejuicios meramente personales, como aún considero a la de Sigmund Freud, tratando de explicar la cosa de algún modo que “cierre” de un modo definitivo el asunto. Mas la mayoría de éstas, han sido escritas por personas que: o no sueñan en absoluto, o se abstienen de decirlo y presentarse a sí mismos como un caso por miedo a ser tomados como perturbados, creo yo, y perder credibilidad ante los otros. Se que no estoy loco, al menos no en el sentido clásico que damos a ese término, pero sí se que en mi vida he tenido experiencias “extrañas” muy diversas que otros quizá no, o que al menos no las recuerdan conscientemente de manera de enfrentarlas desde otro ángulo. Porque es cierto que este tipo de experiencias pueden asustar mucho a veces, y todos hemos crecido en la creencia de que estos hechos significativos no existen o no debieran existir, y que de suceder constituyen de por sí algo malo. Ya sea por cuestiones de la Religión o de la Cultura en la que se vive, son rechazados tanto las personas como las mismas experiencias que estas tienen como algo “anómalo” o “malvado”, pernicioso para la sociedad en su conjunto. La excepción a esto son las tribus más primitivas, en donde tanto las experiencias en sí mismas como las personas que las tienen son consideradas como extraordinarias y portadoras de iluminación para la sociedad.Las religiones convencionales llaman a estos los referidos al futuro con el nombre de “Proféticos”, se trate tanto de sucesos privados que acaecen solo a un individuo o a la sociedad en su conjunto, y los considera como revelaciones que el mismísimo Dios hace al durmiente piadoso, o como trampas que el Demonio muestra a aquellos que se mueven fuera de la eclesiástica estructura sin reverenciarla debidamente. Los primeros son santificados, y los segundos, condenados. Tomemos por caso a la Hermana Bernardette, que decía se comunicaba con la mismísima Madre de Dios a quien escuchaba en su vigilia y sueños, fue canonizada por la Iglesia Católica por ello con el nombre de Santa Bernarda por un lado, y Juana de Arco que fue quemada en una hoguera por tener tratos con el demonio y a quien le sucedía lo mismo, soñaba y escuchaba voces. Por otro lado, la ciencia de la psiquiatría descarta de plano a cualquiera de estos hechos como pertenecientes a la realidad. En todo caso estos constituyen la manifestación de alguna patología severa que debe ser tratada, y los llama “alucinaciones” en el mejor de los casos cuando no son simplemente tomados por “delirios” de una mente profundamente perturbada por otras causas, como por ejemplo su incapacidad para adaptarse al marco en el que actúa y vive. Está mal visto actualmente eliminar al paciente desapareciéndolo, quemándolo en la hoguera o envolviéndolo en una alfombra y arrojándolo por un barranco, por lo que en la actualidad se lo neutraliza por medio de psicofármacos que lo sumen en un estupor tal que lo torna fácilmente manipulable, o en casos que considera realmente graves sí se permite apartarlos aislándolos en alguna institución con el fin de invisibilizarlos. Dentro de la oficialidad comúnmente aceptada, solo la psicología se anima a sondear estos misterios de la mente inconsciente con el fin de echar alguna luz sobre el alma individual, aunque no todas sus corrientes lo hacen con mentalidad abierta. Claro que no es ni una ciencia ni una religión, aunque sea tildada de tal por una u otra facción con el fin de desprestigiarla y aún de atacarla.
En este sentido, es la denominada psicología transpersonal quien más a avanzado en su estudio, pero enfocada también en que el futuro es una otredad del individuo aún inexistente. Desde el punto de vista psicológico tradicional también el individuo solo se compone de pasado, esto son las experiencias ya vividas, y de presente, la consecuencia de aquellas y que configuran su marco actual de existencia; el futuro aún no es, por lo que configuraría solo una posibilidad el que pueda darse o no, por lo que aún no existe. Aunque quizá pueda el futuro preverse por medio del patrón de la repetición de modelos pasados o una modificación de ellos, solo reviste para ella el carácter de una posibilidad y por lo tanto es aún irreal. Esto no es más que el prejuicio de la mente racional regida por el pensamiento lineal de la lógica, y solo C. G. Jung fue un poco más allá y fue acusado de misticista y atacado por sus pares. Mas, aún en Jung prevalece el pensamiento racional y, creo yo, no aborda debidamente el tema de la temporalidad que deja como tema de especulación en manos de los filósofos. He aquí una cuestión fundamental que debiera incluirse a partir de ahora para observar bajo una nueva luz tanto al individuo como a la vida en su conjunto si queremos acercarnos más a la realidad de éste. Es necesaria la integración de diferentes disciplinas para tratar debidamente asuntos como éste. El grado de especialización en las ramas del conocimiento, ha llevado su desarrollo a niveles jamás alcanzados antes pero dentro de compartimientos estancos. Las distintas visiones de la realidad desarrolladas por éstas parecen contradictorias la más de las veces, cuando no diametralmente opuestas, y no registran que cada una de ellas es en sí misma un árbol que les oculta el bosque, el conjunto. La visión integradora del lenguaje de la astrología nos permite esto, ya que por un lado, como la psicología, no es ni una ciencia ni una religión, o en todo caso es la madre ambas, y por otro, no está sujeto a un deber ser que necesite demonizar o patologizar todo aquello que no pueda explicarse o comprenderse desde la más pura lógica racional o el dogma establecido. La Astrología es el seguimiento y estudio del movimiento de despliegue creativo de la hologramática temporal de la totalidad, habla en esos términos y sin ser una filosofía, se hace las mismas preguntas.
Muchas Preguntas surgen cuando hablamos de los sueños. ¿Qué son? ¿Cómo funcionan? ¿De qué están constituidos? ¿Cuánto duran realmente? ¿Son un mundo “paralelo” al de la vigilia, o solo son una ilusión? ¿Se puede anticipar el futuro por medio de ellos? Exploremos esta última pregunta a la luz del conocimiento astrológico. Cuando soñamos, y tomamos contacto con nuestro Neptuno más cercano, decimos que tenemos imágenes del futuro cuando podemos corroborar, luego, que esos hechos, situaciones, lugares, personas, etc. soñadas realmente existen, aunque cuando el tiempo en que las soñamos no teníamos conocimiento de ellas en modo alguno. Nuestra lógica y razón, ante la corroboración del acto, nos lleva a suponer luego que el sueño de ése tipo es verdaderamente anticipatorio, válido y cierto. Lo llamamos “Revelación Divina”, “Profecía”, etc. y ahí mismo nuestro ego se declara como “Adivino” y se alegra, o se espanta. Esto es, como todo en Neptuno, cierto y no. Si bien es cierto que es Futuro, no es un Futuro Único en el sentido cronológico en que nuestra mente lo ordena y nosotros lo vemos, sino un tramado de Futuros Posibles superpuestos. Al soñar, cuando accedemos a ese no-espacio no-tiempo en donde todo espacio y tiempo coexisten y nuestra mente toma contacto con ello, nos traemos de allí una porción de tiempos, una cucharada de “totalidad”. Al despertar y recordarlo, lo fijamos en la fecha presente. Todo lo que exceda nuestro tiempo “presente” cuando la fecha en que lo soñamos, será interpretado en su despliegue en la materia luego como Futuro, en donde a su debido tiempo lo recordaremos porque efectivamente aquello del pasado está sucediendo en el Ahora. Y diremos que vimos “el” Futuro. De hecho lo es, pero no del modo en que nosotros llamamos Futuro al futuro, sino de un modo más amplio. Es un futuro global, en realidad un trenzado de futuros posibles entremezclados en una única visión. Es como mirar un film compuesto de todas las variantes posibles de la situación, superpuestas. Los movimientos, transiciones, e incluso situaciones globales que coincidan con todas en el pequeño manojo de futuros que trajimos, sucederán sí ineludiblemente en el futuro, mientras que otras probablemente no, o si pero en menor grado de posibilidad. Estas se verían en nuestro film más deslucidas, casi en transparencia algunas, como presencias fantasmales otras, o en otra escena de la correlación que hacemos nosotros luego en el relato cronológico del sueño, casi como una repetición. Aquellas que son coincidentes nos llaman la atención en el futuro cuando las vemos realizadas y las comparamos con el recuerdo que tenemos de ellas. Si en nuestro discurrir en el mundo temporal de la vigilia tomamos la senda de uno de estos “futuros alternativos fantasmales”, ya sea por una elección crucial diferente de las propuestas por nuestra mente en el pasado, esto perturbará de manera significativa el resultado final con lo que supondremos que el sueño es inválido en tanto anticipatorio, ya que no se ha cumplido en su totalidad tal como lo recordamos efectivamente. Esto es simplemente que nuestra consciencia es mayor que la que teníamos cuando tuvimos el sueño, y se ha optado por una opción diferente de futuro al haber variado ya sus criterios de elección consciente e inconsciente.
Para comprender esto, debemos inmiscuirnos en el funcionamiento de nuestro “cerebro” a la luz de las más avanzadas investigaciones al respecto. Lo coloco así, “Cerebro” entre comillas, ya que en realidad se trata no tanto de nuestro físico artefacto en sí, aunque también sí, sino de las funciones que éste desarrolla. Podríamos definirlo como una máquina natural maravillosa. Un “simulador de realidad” al tiempo que una súper-computadora. Nuestra mente realiza cosas que, de detenernos a pensarlas conscientemente, no funcionarían como se debe e incluso atentarían contra nuestra supervivencia. Pongamos un caso. Estamos por cruzar una calle muy transitada en un lugar donde no hay semáforos. Debemos “colarnos” entre el paso de un vehículo y otro, y debemos calcular el momento justo de hacerlo. Nuestro “cerebro” calcula, en tiempo real, las velocidades y la variación de éstas de todos los vehículos en base solo a la imagen que recibe de ellos y al modo en que se agrandan o disminuyen en el campo visual, y a partir de ello impulsa y lanza nuestro cuerpo a la velocidad adecuada para pasar por el hueco sin riesgo. Si efectuáramos este cálculo de manera consciente, estaríamos allí aún para las navidades amén de tener un terrible dolor de cabeza luego. Este mismo procedimiento es realizado por poderosísimos ordenadores con el fin de calcular las “ventanas” de lanzamiento al espacio de naves y satélites, les lleva bastante rato hacerlo de modo seguro, y tengamos en cuenta que el tránsito allí es mucho menos congestionado que una calle en hora pico y las velocidades de los objetos son casi constantes y muy poco variables. Nuestro cerebro hace esto cada día, cada hora, cada minuto, de un modo instantáneo. Está bastante entrenado en el “cálculo de posibilidades a futuro” por decirlo de alguna manera, ya que “construye” futuro en nuestros sueños y no solo uno, sino todos los posibles.
Del mismo modo, nuestro “cerebro” construye y sostiene nuestro Presente en el mundo, aunque no podamos saber aún el modo de cómo lo hace. Hace muy poco realmente, unas dos semanas, los científicos del Fermilab (el segundo acelerador de partículas más grande del mundo) anunciaron que están construyendo un aparato denominado “Holómetro” con el que se busca demostrar que la realidad es Hologramática, esto es que se nos presenta como un Holograma y que es una proyección sin entidad realmente verdadera. Si podemos conseguir las pruebas, luego nos quedaría explorar el origen de la proyección y de cómo se realiza. Nuestras especulaciones, al igual que la de los científicos, apunta a que esto sería producido por nuestras mentes. El observador opera sobre la realidad efectiva en toda observación, tal lo demostrado desde principios del Siglo XX por Albert Einstein, Max Planck e Werner Heisemberg en sus investigaciones sobre relatividad y física cuántica. La construcción de la realidad sería entonces, un entramado de las preferencias personales combinadas de todos configurando el mundo efectivo. El modo en que esta proyección se realiza es aún desconocido y constituye el misterio que intentan develar tanto los físicos como los biólogos y psicólogos en todo el mundo. Explicar esto, equivaldría a demostrar lo sostenido por el induísmo sobre que el mundo que vemos no es más que una ilusión (Maya). Desde dentro de nuestra “Realidad Ilusoria”, la perspectiva de ordenamiento temporal cronológica está dada por nuestra consciencia. En el momento en que decimos que “soñamos”, nuestro “cerebro” recrea un campo de realidad en nuestro interior en donde la mente interactúa de un modo casi normal (decimos casi normal, porque en realidad nuestro sentido crítico está anulado o muy disminuido) posibilitándonos una vivencia de lo que allí sucede igual a la de nuestra vigilia. Percibimos sensaciones, emociones y pensamientos de un modo igual que si estuviésemos despiertos; esta es la razón por lo que denominamos a estos sueños como muy vívidos y nos provocan tan honda impresión.
Al estar “sumergidos” en esta energía denominada por nosotros como Neptuniana, nuestro sentido temporal es anulado o distorsionado en gran medida. En realidad la percepción de esta energía es “instantánea”, una “gota” de la totalidad se filtra en nuestra conciencia y somos nosotros quienes luego intentamos coherentizarla. Nuestra mente trata de ordenar el Caos colocándolo linealmente de manera secuencial dándole una existencia cronológica de modo de poder explicársela a sí misma y a otros en la relación que hacemos de la experiencia cuando despertamos. En sí misma, la experiencia carece de “temporalidad” alguna particular, sino que es en sí misma una omni-temporalidad que las contiene todas. En estudios realizados sobre la actividad cerebral durante el sueño, las perturbaciones en las ondas que registrarían lo que nosotros llamaríamos “un sueño”, son muy breves y se producen comúnmente poco antes de despertar. Sin embargo, cuando nos relatamos a nosotros mismos en la evocación del recuerdo de lo soñado el tiempo transcurrido es muchísimo mayor. Tardamos más en contarlo que en “soñarlo”, literalmente. Al menos para la percepción que tiene del Tiempo nuestra mente consciente. Tratemos de imaginar desde allí como sería la sustancia del mundo al que accedemos. Pues, la primera imagen que se me aparece es como un revoltijo de spaguetti. Imaginen un trenzado confuso de tubos diferentes. Cada uno de ellos en sí mismos un tiempo diferente, y sus futuros y pasados constituyen la principal “estructura” de su propio tramado constitutivo de tubo a imagen y semejanza de aquel del que ya forma parte. Esta semejanza por sí misma, holomórficamente, lleva en sí todo lo que en ella hay, incluso ella misma como parte en esta instancia de holografía temporal de la que hablamos. Al mismo tiempo, a cada “hilo” de esa estructura individual que lo hace tubo, le sucede lo mismo. Y así cada vez más y más adentro en la trama de los hilos temporales, llegamos al sitio en donde se encuentra nuestro propio hilo temporal, eso que somos en la materia-tiempo del aquí y ahora. Digamos que cada uno de los espaguetis de la primera imagen son cada uno de los universos posibles, tal como diría la Teoría de los Multiversos planteada desde la física teórica, como para que podamos adquirir una verdadera dimensionalidad de escala en la que opera nuestro humano pensamiento. Cuando nuestra consciencia individual, ese delgadísimo hilo que es nuestra mente temporal, se libera de las barreras de su sentido crítico y del sostenimiento consciente de una determinada temporalidad, y se impregna en la sustancia del tubo temporal mayor del que forma parte, esparciéndose como una mancha de tinta en el agua. Al actuar luego la resiliencia vital de la temporalidad del individuo y su instinto de supervivencia (esto es por medio de su propia energía de Quirón-Saturno-Luna, astrológicamente hablando), digamos que la tinta vuelve a reunirse nuevamente en su propio tubo y la persona despierta. Despierta y organiza su “recuerdo” de un modo linealmente coherente dentro de su marco temporal, o al menos lo intenta luego de un par de balbuceos. No es fácil reducir algo que tiene más de una decena de dimensiones a solo 2 del plano por donde discurre esa línea de pensamiento. Si te parece complejo lograr pensar conscientemente en eso ahora, imagina tener que hacerlo recién despierto.
Ese recuerdo fragmentario, y fragmentado aún más por nuestra mente consciente, es lo que denominamos como “sueño”. Una serie de imágenes producidas por nuestro “cerebro”, sensaciones y emociones entremezcladas, vivencias múltiples. Una pequeña cucharada de Neptuno. En este tramado de tubos al que nos referíamos, desde el punto de vista de la consciencia, el inconsciente colectivo es un tubo superior al nuestro al que accedemos fácilmente cuando dormimos. Lo mismo que a las partes de aquel que somos, y que llamamos inconsciente personal, que desconocemos. Al mismo tiempo todos los tubos sobrenadan la salsa de la totalidad y son interpenetrados por ella, por lo que nuestro acceder a cualquiera de ellos nos pone en contacto también con el flujo de la totalidad. Convengamos que estructuralmente estos tubos son una ilusión provocada por la temporalidad, del mismo modo que una imagen con volumen es representada por un holograma allí en donde no hay nada. La sustancialidad que adquiere la materia en nuestro mundo pluridimensional, depende de su grado de fijación en el tiempo. A menor velocidad de circulación de la energía constitutiva de la cosa, mayor será su masa y su gravedad, en términos físicos, y a mayor velocidad será partícula sin masa (fotón) y luego una onda. Diremos que en el sueño se oscila en velocidades entre la partícula y la onda, en términos de luz, digamos, para que pueda constituirse en una imagen que podamos “ver”, y en términos de onda, sensaciones y emociones que podamos “sentir”. La velocidad de la Materia en nuestra vigilia es con mucho muy inferior a esto aunque está interpenetrada por las otras. La tarea de nuestros “cerebros” es el precipitar desde el plano de las altas velocidades energéticas al de las más bajas, la energía necesaria para construir la “realidad” circundante y de hecho lo hace cotidianamente creando el mundo en que vivimos. Apoyados en teorías de este tipo sostienen los postulados de la “materialización” consciente cosas tan diversas tales como la Magia, el Control Mental, la difundidísima Ley de Atracción y sus aplicaciones marquetineras, los Cursos de Milagros, etc. con el fin de intentar poner a la totalidad al exclusivo servicio personal, una ilusión del ego capaz de encolumnar a millones que quieren jugar a ser Dios.
Vemos luego de todo esto, que nuestros sueños no son muy diferentes de la realidad en que vivimos, y no son menos reales que ésta y que contienen en sí algo que denominamos Futuro. Es un tema muy complejo de abordar de todos modos, debido a lo nuevo del concepto en el marco del estudio de la consciencia existente tanto en la psicología tradicional, como de la física teórica o la espiritualidad. Estamos recientemente adquiriendo un vocabulario a través de estas especialidades para poder intentar explicarlo de un modo claro, pero aún es insuficiente para simplificar muchas cosas para las cuales no existe todavía nominación alguna. El lenguaje astrológico nos ayuda, pero es incomprensible para quien no lo conozca y reconozcamos que no es muy masivo que digamos. Tratamos aquí de contestar algunas preguntas, de verbalizar algunos conceptos sobre las dinámicas que sigue nuestro Ser consciente-inconsciente en su vinculación con la totalidad. Tres mil quinientas palabras no alcanzan para expresar todo lo que se podría decir sobre ello y estoy obligado a trazar solo un esbozo en trazo grueso que se dejará espacios en blanco y poca definición de detalle, pero espero que sea suficiente como para plantear el tema y dar una idea del asunto. Corresponde al lector pues, seguir esas pistas para nutrir sus propias reflexiones, o para ahondar en las distintas temáticas que atrajeran particularmente su interés y que lo acerquen más a facilitar su pensamiento. Trataré, de todos modos, de seguir ahondando desde aquí en esta y otras temáticas similares a través de otros artículos. La controversia está planteada pues, bajo una nueva luz y necesariamente abre el debate que merece ser dado en diferentes foros. De momento, solo puedo desear que tengas felices sueños :)