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La Tierra ha tenido Agua siempre

La Tierra ha tenido Agua siempre
Investigadores dicen que el agua no llegó más tarde a bordo de asteroides o cometas «húmedos», sino que el planeta lo obtuvo desde el mismo momento de su formación.

Desde el espacio, la Tierra parece una canica azul debido a la presencia de los océanos, que cubren el 70% de su superficie. Una inmensidad que alberga la mayor explosión de biodiversidad del mundo y que resulta esencial para la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, a pesar de su enorme importancia, los científicos siguen sin saber el origen del agua del planeta: ¿de dónde proviene y cuándo apareció?

 

Hasta ahora, la hipótesis más aceptada sostenía que el líquido elemento llegó hasta aquí desde el exterior, a bordo de asteroides y cometas «húmedos» migrados de los confines del Sistema Solar, cientos de millones de años después de que la Tierra se hubiera formado. Pero investigadores de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI) en Massachusetts (EE.UU.) no están de acuerdo. Creen que la Tierra ya tuvo agua desde su misma formación. «Los océanos siempre estuvieron aquí. No los obtuvimos en un proceso posterior, como se pensaba anteriormente», dice Adam Sarafian, autor principal del artículo que se publica en la revista Science.

 

Los autores del estudio estudiaron una potencial fuente de agua de la Tierra: las condritas carbonáceas, los meteoritos más primitivos conocidos, formados de la misma nube de polvo, partículas, hielo y gases que dio lugar al Sol hace unos 4.600 millones de años, mucho antes de que se formaran los planetas. «Estos meteoritos primitivos se asemejan a la composición del Sistema Solar a granel», dice el coautor Sune Nielsen, geólogo del WHOI. «Tienen un buen montón de agua y son candidatos tradicionales para el origen del agua de la Tierra».

 

Meteoritos de Vesta

 

Con el fin de determinar la fuente de agua en cuerpos planetarios, los científicos midieron la relación entre los dos isótopos estables de hidrógeno: el deuterio y el hidrógeno. Diferentes regiones del Sistema Solar se caracterizan por proporciones muy variables de estos isótopos. Los autores del estudio sabían la relación de las condritas carbonáceas y razonaron que si pudieran comparar eso con un objeto que cristalizó mientras la Tierra se estaba formando activamente, entonces podrían medir cuándo apareció el agua en la Tierra.

 

Para probar esta hipótesis, el equipo de investigación analizó muestras de meteoritos proporcionadas por la NASA provenientes del asteroide Vesta. El asteroide, que se formó en la misma región del Sistema Solar que la Tierra, tiene una superficie de roca basáltica o lava congelada. Estos meteoritos se conocen como eucritos y llevan una firma única de uno de los depósitos de hidrógeno más antiguos del Sistema Solar. Su edad, aproximadamente 14 millones de años después de que nuestro sistema planetario se formara, los hace ideales para la determinación de la fuente de agua en un momento en que la Tierra estaba en su fase principal de construcción. Por primera vez, los investigadores analizaron cinco muestras diferentes con una técnica que utiliza espectrometría de masas de iones secundarios.

 

Las mediciones muestran que Vesta contiene la misma composición isotópica de hidrógeno que las condritas carbonáceas, que es también la de la Tierra. Eso, combinado con datos de isótopos de nitrógeno, apunta a las condritas carbonáceas como probablemente la fuente más común de agua. «El estudio muestra que el agua de la Tierra fue asumida al mismo tiempo que la roca. El planeta se formó como un mundo húmedo con agua en la superficie», dice Marschall.

 

Si bien los resultados no se oponen a una adición tardía de agua en la Tierra, muestran que no era necesaria, ya que la cantidad y composición correctas del agua ya estuvieron presentes en una fase muy temprana. «Una consecuencia de ello es que la vida en nuestro planeta podría haber comenzado muy temprano», añade Nielsen. Y sugiere algo muy interesante: «Saber que el agua llegó temprano al Sistema Solar interior también significa que los otros planetas internos podrían haber sido húmedos en el principio y la vida podría haber evolucionado en ellos antes de que se convirtieran en los ambientes hostiles que son hoy».

 

Otra investigación realizada por un equipo internacional de científicos dirigidos por la Institución Carnegie (EE.UU.) y también publicada en la revista Science hace tan solo unas semanas sugería que gran parte del agua que existe en nuestro planeta puede ser más antigua que el mismo Sol, heredada del ambiente del que nació el Sol y le precedía.