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Astrología: La bastarda en el divorcio entre Ciencia y Misticismo.

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Todo es energía, sí, y también es luz, y de ella venimos y a ella retornamos de un modo ineludible... “Ah! Sí, ya sé”, me dijo Abbi mientras yo pensaba en ésto quitando pulgones de los rosales. “Piensa veloz, haz lo que tu corazón te dicte, vive rápido lo más intensamente que puedas, y serás un joven y bonito cadáver... pero si usas protector solar, llegarás a viejo”, y ante mi estupor extrajo una sombrilla igual a la que ella misma usaba de su floreado bolso playero y me la entregó con una radiante sonrisa. Abbi es mi vecina de junto, y es una anciana muy simpática aunque también bastante “densa”, pues logra absorber mis pensamientos, cuando ambos estamos en el jardín y estos revolotean en torno mi cabeza, cual si fuera ella una estrella de neutrones aunque nunca acierte el sentido que éstos tienen para mí.
Alejandro Fau | Astrología: La bastarda en el divorcio entre Ciencia y Misticismo.

Para llegar a ser un Dios, una criatura viviente debe trascender más allá de lo físico.

Las tres etapas de este camino trascendente son conocidas.

Primero: debe sobreponerse al temor de una agresión secreta.

Segundo: debe superar el discernimiento de propósito en la forma animal.

Tercero: debe experimentar la muerte.

Cuando se ha logrado todo esto, el dios naciente

debe encontrar su renacimiento en una excepcional y penosa experiencia,

mediante la cual pueda descubrir quién le ha conjurado.”

Frank Herbert - “ The God Makers ”

 

La energía se mueve a velocidad increíble. Una velocidad tan, tan alta, que solo en sus formas más lentas llega a transformarse en Luz, a unos 300.000 Km por segundo. De aquí a la Luna en menos de 1 segundo y cuarto. Cuanto más lento circula más densa se vuelve, y ya no se ve tan bonita, o si es bonita al menos no se ve, se vuelve calor. Así cada vez más y más densa se va volviendo, y más oscura y fría también y, en teoría, no es menos radiante aunque sí, más consistente. Su irradiador modo se invierte y se transforma en absorción, incrementando así lo que llamamos la gravedad y peso. A menor velocidad adquiere diferentes modalidades y se generan lo que consideramos átomos básicos elementales según caben al inicio de lo tabulado por Mendeleyev; y que a menores velocidades aún, según incrementan su masa, su peso y gravedad, aparecen otros o colisionan los unos con los otros generando aún nuevos elementos. Y de su particular organización, según sus modos de asociación de unos con otros, se crean todas las formas y materialidades necesarias para que el Todo de la Forma sea en el mundo de lo material, cuatridimensional, en que vivimos y que llamamos la realidad.

nuclearDe más está decir que cuando nos referimos a energía “densa”, nos referimos a la materia. Es del lenguaje común esto de que alguien sea un “denso” o simplemente un “pesado”, y todos entendemos lo que nos quieren decir con ello mas no siempre asociamos estos términos de manera consciente con la realidad física en que vivimos, aunque lo demos a entender de algún modo así. Los seres humanos somos seres densos en tanto que somos seres materiales, y es muy común también el referirnos a los seres que catalogamos como espirituales, tales como los ángeles, como “luminosos” y “etéreos” y tratamos, por diversas vías, de emularlos. Pretendemos “iluminarnos”, y escapar de lo “oscuro”, y entre esto y la negación de la propia condición humana no hay un ápice. Una negación propiciada por la religión formal cualquiera fuese, justamente para que nunca alcancemos la tan ansiada iluminación. Pues iluminarse, sería entonces acelerar conscientemente nuestra condición material hasta convertirla en luz sin intermediarios. Hay distintas maneras de hacer esto desde lo físico. Una es, simplemente, acelerar la materia hasta lograr la velocidad adecuada, y tiene el inconveniente que para lograrlo desde nuestro mundo físico, debemos invertir muchísima energía en ello. Los tan mentados aceleradores de partículas como el LHC o el que posee el Fermilab en las afueras de la ciudad de Chicago hacen esto, y cualquiera sabe la cantidad enorme de energía que consumen solo para lograr que una pequeña cantidad de partículas sub-atómicas alcance traspasar las velocidades lumínicas. Otra es concentrar la materia lo suficiente para lograr “romper” los núcleos atómicos por la fuerza, propiciando una reacción en cadena tal como sucede en el interior de las estrellas, los reactores nucleares, o en las bombas atómicas.

termoPero no debemos ir tan lejos o ponernos tan extremos a la hora de poder concebir una transformación del estado temporal de la energía por nosotros mismos. Nuestros sistemas de supervivencia tales como la alimentación y la respiración son un ejemplo al que no siempre prestamos atención cuando hablamos sobre estados y transformación de la energía. Los procesos químicos internos que realizamos son equivalentes, en alguna medida, a la segunda opción que planteábamos antes y que nos equiparan a las estrellas. Primeramente tomamos materia y la descomponemos en sus elementos básicos para que nuestro cuerpo físico pueda utilizarlos en la producción energética que lo sustenta. Para esto “destruimos” materia compleja (un bocadillo de jamón y queso, y el aire que respiramos combinados, por ejemplo) y la transformamos en glucosa y otras sustancias, que luego serán desmenuzadas aún más reduciéndolas a sus elementos constitutivos (Carbono, Oxígeno, Fósforo, etc.) que serán incorporados como pequeños ladrillos en la construcción de nuestros órganos, tejidos y células nuevas en general, y para liberar la energía que yace en ellos para alimentar al conjunto vivo que somos. Nuestro Ser físico es tan complejo que puede hacer esto por sí mismo sin apelar a ninguna “tecnología” externa para lograrlo. Una tecnología que probablemente jamás lleguemos a descubrir, que nos proporcione la posibilidad de hacerlo de un modo equivalente en una máquina autónoma que podamos llegar a construir alguna vez, pues, a diferencia de nosotros, una máquina, en el sentido estricto de la palabra, carece de instinto y de conciencia de sí.

Máquina-corpHay quienes sostienen que los seres humanos evolucionaremos en “Máquinas” con el fin de conseguir la inmortalidad y pareciera, sin dudas, un absurdo sostener esto pues “Máquina” es, desde cualquier acepción que se nos ocurra, solo una simulación mecánico-tecnológica de un organismo vivo carente de conciencia. Quizá debiéramos cambiar esa definición por la de un “Cuerpo-Máquina” para ser más claros y volverla plausible, aunque aún la idea suena como la mega-fantasía del ego de imponerse no solo más allá de la materia sino de Todo, con el fin de transformarse en Dios. Una fantasía comparable a la de acelerar nuestra materia por medio de la consciencia, como sostienen otros, para lograr lo mismo. La completa desintegración material personal para ser consciente en toda la materia. Es un concepto moderno el pensar de éste modo ¿no es así? Porque, como de ésta y tantas otras cosas, tendemos a pensar que estas cuestiones son una ocupación solo del hombre moderno ya que damos por sentado que los antiguos eran unos tipos bastante lelos y que no entendían nada de nada sobre, por ejemplo, las cuestiones nucleares y fusiones atómicas, la robótica o la telekinesia. Es un gran error, sin lugar a dudas. Quizá los antiguos no se referían a estas cuestiones en un lenguaje que nosotros usemos actualmente, pero eso no significa que no se ocuparan muy seriamente de estos temas. En concreto, estamos hablando de aquellos llamados Alquimistas.

alquimiaRecordemos que hasta finales del Siglo XVII, las personalidades más descollantes en las ciencias se denominaban con el nombre de Alquimistas y no como Científicos. Esto incluye a los más grandes y agudos pensadores de la historia. El más moderno de ellos, y que aún es reverenciado por los modernos científicos, es Isaac Newton, quien escribió más textos sobre Alquimia que sobre cualquier otro tema. En ese siglo, por presión de la Iglesia Católica, se prohibió en toda Europa y el nuevo mundo la enseñanza, el estudio y la práctica de la Astrología. Quienes siguieran practicando la doctrina irían a parar a la hoguera. Los Astrólogos se llamaron entonces Astrónomos, y los Alquimistas Hombres de Ciencia para poder salvar el cuello y seguir investigando. Debemos aclarar también, para quien no lo sepa, que Astrología y Alquimia están íntimamente ligadas no solo conceptualmente sino también por un lenguaje simbólico común, más cercano incluso que el de la física y el de las matemáticas están entre sí. Durante muchos años se promulgó la creencia que los Alquimistas solo buscaban la trasmutación de los metales viles en oro con fines egoístas, pero estos estaban ocupados también en otras cosas por fuera de la simple transmutación de la materia inerte. El éxito logrado en estas operaciones dieron comienzo a las modernas ciencias de la Física y la Química entre otras, y aunque los procedimientos empleados fueran ya varias veces milenarios, y muchos se siguen empleando hoy en día, nos hicieron creer que eran de moderna invención. El mundo no ha cambiado casi nada sobre estas cuestiones, pues no importó nunca demasiado la verdad, sino quién la retiene por poder y cuáles son sus intereses, por encima de todo lo demás.

cabeza-parlanteAntiguamente los Alquimistas se ocupaban de lograr averiguar la localización del Alma en el cuerpo humano, sobre sus capacidades y evolución, tanto como hoy se procura lo mismo respecto de lo que denominamos Consciencia. La moderna teoría de que evolucionaremos en “cuerpos-máquinas” controlados por la consciencia, tiene su origen en estas épocas. Se hablaba allí de “Cabezas Parlantes” y “Hombres Artificiales”, erróneamente asimilados por nuestra cultura como primitivos artilugios robóticos puramente mecánicos. Hoy día, pese a las opiniones en contrario que tratan de imponer los modernos materialistas, sabemos que la conciencia individual no tiene una localización física particular sino que yace en el plano de interfase entre nuestro cuerpo y la totalidad que nos rodea. Por medio de la proyección astral del Arcano, el alquimista procuraba imbuir en el artefacto parte de su propia consciencia y alma con el fin de dotarlo de vida. La leyenda de esta operación, supuestamente mágica, ha prevalecido en relatos fantásticos tales como El Golem, Frankenstein e incluso en el moderno Harry Potter. La historia nos habla de varios de estos artefactos diseminados por la Europa del medioevo, e incluso nos informa que Alberto El Grande trabajó durante 30 años en su “Hombre Artificial” antes de lograr un éxito aunque no completo. Obviamente, es una teoría fuertemente resistida por la Iglesia tanto hoy como ayer, ya que consideró siempre estas prácticas como demoníacas, e incluso utilizó este argumento en la condenación de la propia Orden del Temple, quienes poseían una Cabeza Parlante que trajeron de Palestina, para justificar el apoderarse de sus riquezas y quemar a sus miembros en la hoguera. Así mismo, se encuentra debidamente documentado el hecho que los alquimistas utilizaban también materiales radioactivos en sus experimentos de transmutación de los elementos. Si hoy la Iglesia tuviera el mismo poder que entonces, sin dudas quemaría en la pira a los científicos que construyen reactores nucleares y aceleradores de partículas, con que tan ansiosamente andan buscando por su cuenta y libremente encontrar el verdadero Dios.

BlavatskyEn un plano superior, los Alquimistas lograban en sí mismos unir ciencia y religión. El mayor inconveniente fue, en su momento, que la concepción de Dios que manejaban era diferente de la exigida por la Iglesia, pues ella, y solo ella, estaba autorizada para mediar con Dios. Los que investigaban cuestiones químicas y puramente físicas dijeron: “Muy bien, perfecto, me someto a vosotros y prometo ir a misa los Domingos. Ahora dejadme seguir trabajando en lo mío.” Geniales Matemáticos, brillantes Astrónomos, notables Químicos, Físicos sin par entraron en la dispersión del especialicismo. Perdieron la lengua común de la totalidad, la astrológica, pero sobrevivieron y llegaron muy lejos en lo suyo. Quienes no reverenciaron, fueron perseguidos y quemados en la hoguera allí donde los encontraron. Nació una Ciencia sin Consciencia por un lado y por el otro, los pocos que huyeron se invisibilizaron para poder sobrevivir. Luego en la historia estos últimos aparecen aquí y allá, como rumores semi encubiertos de su existencia secreta, o expuestos públicamente en un espectáculo llenando un gran teatro capitalino para diversión de los adinerados gentiles donde obtenían fondos para seguir con lo suyo. Subsiste la leyenda de que algunos de ellos aún están vivos, y que nos sobrevivirán. La leyenda la arrastraron durante años Gurdief, Blavastky, Bailey, etc., figurando ellos como sus “enviados” y exclusivos representantes suyos, los auténticos dioses menores en el mundo de los hombres. Estos nombres se siguen sumando en el presente, logrando pingues ganancias, encolumnando tras de sí las huestes de la New Age, pues el misticismo pasó también a ser una mercancía más en el mundo mercantilista en que vivimos.

paracelsoEl misticismo es un asunto meramente personal y no tiene que ver con la riqueza material, sino con la del espíritu. No importa la condición social del ser ni su fortuna personal para lograrlo, sino el acabado conocimiento de sí mismo. Antes bien es preciso no acumular en la materia posesiones que densifiquen la cualidad individual que luego llevará grandes esfuerzos e ingentes cantidades de energía poder “luminizar”. Quizá sea ésta la razón por la que los más grandes místicos de todas las épocas han sido materialmente pobres, o que legaran sus fortunas a los más necesitados. En contraposición, aquellos de los que decimos tienen gran “gravitación” social son quienes más acumulan, pues a mayor masa mayor gravedad reza la ley física, a mayor gravedad mayor atracción, a mayor atracción mayor masa, y así sucesivamente en un círculo vicioso. La fantasía aquí es la de iluminarse por “presión” de la materia y no por su aceleración, más la historia no registra a nadie que lo hubiese logrado alguna vez pero, como vemos cotidianamente, este método es el más utilizado como patrón para definir el éxito humano alejando al hombre común de lo que debiera ser su evolución natural. Es por ello que Filippus de Hohenheim (Paracelso), quizá el más grande de los Alquimistas del medioevo, opinaba que el mayor éxito de la obra alquímica no era el de transmutar el plomo en oro, sino, una vez logrado ésto, su distribución desinteresada entre los hombres que más lo necesiten. Personaje fuertemente combatido por los poderes de turno, logró el reconocimiento y publicación de sus textos siglos después de muerto por sus fundamentales aportes en la sanación tanto física como psíquica del ser humano.

MercadoHoy en día el misticismo es visto de diversas maneras por nuestra cultura. Lejos de asumirlo como una propensión hacia la evolución que siguen los individuos, quienes lo practican son vistos como poseedores de aberraciones psicológicas que deben ser erradicadas, o como un mercado a ser explotado. Vemos pues en los periódicos, las revistas e incluso en los telediarios, imágenes de santones ascéticos que torturan sus cuerpos como una muestra de culturas bárbaras e ignorantes, o publicidad sobre seminarios y work-shops de fin de semana en donde los miembros de una sociedad defraudada de los resultados de las liposucciones e implantes cosméticos ya realizados, podrán obtener, tras realizar un grueso estipendio, la certificación de su condición de Iluminados para mostrar ante sus amigos del club, o tener tema de conversación con otros sobre lo fantásticos e importantes que son ellos mismos. Amuletos milagrosos, Tour a lugares exóticos de increíble poder sanativo pagaderos a plazos, pirámides amplificadoras de poderes psíquicos en tres pagos sin interés, libros de recetas de trascendencia garantizada a vuelta de correo, estatuillas milagrosas y una lista de etcéteras más larga que una Biblia. No es de extrañar que aquellos que dedican seriamente su tiempo al estudio y las prácticas místicas oculten su condición públicamente. Ninguno de ellos quiere pasar por un snob insatisfecho, o por un chiflado.

grabado-leinderbergEl lenguaje astrológico ha permanecido inalterado a través de los siglos, aunque ha sido despreciado, prostituido y utilizado para estafar a muchos de diversas maneras. Es una herramienta fundamental tanto para el auto-conocimiento como para la indagación de la naturaleza toda, incluso para indagar en ese misterio supremo que llamamos Dios. En el divorcio entre Ciencia y Religión fue repudiado por ambos lados, ya que ninguno de ellos podría existir como tal si lo adoptara. Es un lenguaje para hablar fundamentalmente de la integración con la totalidad, y ninguna de las partes quiere eso pues se acabaría con el negocio de la intermediación de los hombres con la naturaleza y con Dios. Cierto es que hoy en día el humano común tiene una idea equivocada sobre él que le ha sido impuesta durante siglos por los intereses en pugna, como también sobre la Alquimia y el verdadero misticismo, y es muy difícil que adopte una opinión diferente sobre estas cosas de buen grado, ya que antes bien está más dispuesto a vivir en el templo del materialismo que de trascender su condición de Ser, tal como le fue impuesto durante milenios. Lograr un salto en la consciencia humana global implicaría la destrucción total del mundo y la sociedad tal como es concebida hoy en día. No es algo que podamos vislumbrar en el corto o el mediano plazo si dependiera solamente de la sumatoria de nuestras decisiones individuales, como cree nuestro inflamado ego que no puede pensar más allá de sí mismo. Por suerte formamos parte, y de hecho una muy pequeña parte, de algo tan inmenso que el ego jamás podrá siquiera imaginar, y ello, seguramente, tiene sus propios medios de hacerlo si es que lo necesita para lograr su inescrutable finalidad. De cualquier modo, sería bueno plantearnos conscientemente el volver al camino de la unión antes de llegar a la desintegración total ¿no?