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Meter el Dedo

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Los cuentos como espacio para visualizar la psique y profundizar en el simbolismo astrológico.
Eli Serebrenik | Meter el Dedo

El bicho estaba apoyado en una hoja verde claro. Lo descubrí mientras yo bebía con placer un licor de menta al borde de la piscina.
Me atrajo su babosa textura y su lento y acuático crepitar.
Crecía. No había ninguna duda, para mi alarma, crecía rápidamente. Extendí un dedo y lo toqué. Sin tiempo para saber cómo, los primeros dos centímetros de mi dedo, con uña incluida, fueron absorbidos por una boca áspera. La babosa succionó hasta que mi tercera falange del dedo índice izquierdo desapareció.
Con un escalofrío recorriéndome la columna, miré a mí alrededor para ver si alguno de los turistas que rodeaban la pileta había notado al bicho y mi estúpido proceder. Nadie me miraba, sólo una mujer me echó un vistazo rápido.
Volví la atención al dedo y noté con náuseas, que el animal se había ensanchado y deglutido toda mi mano hasta la muñeca.
Sin poder evitarlo me dio un ataque de risa al verme con semejante guante. Elevé mi mano tomada hacia el sol sintiendo la boca floja y abierta mientras miraba el resplandor verde del bicho prendido con ferocidad del antebrazo.
El había cambiado de residencia. La hoja lucía limpia, ahora el crecía en mi brazo, frío.
Su voracidad por la carne humana se me hizo clara cuando llegó a mi axila, al estar tan cerca pude ver algo parecido a varias lenguas chupeteando mi piel estrepitosamente mientras goteaban para todos lados minúsculas burbujas transparentes.
Aterrado y fascinado, no pedí auxilio ni me tiré al agua, ni siquiera intenté sacármelo de encima con la otra mano. Quería mirar.
Ningún dolor, sólo un asco húmedo, frío y pleno de vitalidad destructora.
En un momento comprendí que mi brazo ya no existía, la sensación de guante fue fugaz, el animal transformaba mi materia en su materia.
Una niña que jugaba con una ballena de plástico se acercó y quedó boquiabierta frente al espectáculo que yo daba. Preguntó si quería un vaso de agua. Yo sin saber para qué, pero por no ser descortés, le dije que sí, que por favor agua. Ella partió correteando y mirando de reojo a su madre que no le prestó atención.
El insecto seguía deglutiéndome con sus cada vez más enormes labios y le estaba creciendo un cuerpo gelatinoso y relumbrante de cuanto rayo de sol se posara sobre él. Refulgía en mi hombro y omóplato, casi estaba llegando al otro hombro, cuando sentí que la oreja y el mentón habían sido presas de su descontrol.
Con la otra mano toqué el bicho con la intención de correrlo hacia abajo, me daba asco que subiera por mi cara. Las partes de mi cuerpo que iba devorando desaparecían de mi contorno y acrecentaban el suyo.
La niña no volvía con el agua, miré hacia donde ella se había dirigido y, angustiado me percaté que no estaba.
Necesito urgente ayuda pensé.
Decidí impedir que mi disolución continuara y, para mi sorpresa, ante este pensamiento, el bicho se detuvo y esperó.
Yo estaba sin mano ni brazo izquierdo, omóplato correspondiente, oreja, mentón y un trocito de clavícula.
Me puse de pie y caminé despacio tapándome el animal con la toalla, fui hasta una puerta que daba al bar para mirarme en el vidrio. Justo ahí, salió la niña que, con atemorizada expresión, tendió el vaso hacia mí. Lo tomé y bebí. El líquido hizo un recorrido increíble, por un lado fue como siempre, por el tubo digestivo a llenar el estómago, por el otro pasó al insecto, éste se había abierto paso dentro mío por un intersticio que me había hecho en la espalda. Así fue como ambos eructamos al unísono.
La niña sonrió, me hizo sentar en el piso y miró lo que me estaba sucediendo. No se tocan los bichos con el dedo, me dijo con tristeza. La miré y no sé porque pensé que ella me iba a ayudar. Miré a su madre que nadaba en la piscina sin percatarse de su hija. La niña trajo ramitas, hojas y una caja de fósforos que tomó de un bolso cercano, me pidió que me acostara bajo un árbol, rodeó la zona afectada de ramas y les prendió fuego. Un humo liviano se levantó espantando a todos los mosquitos que merodeaban y un calor intenso comenzó a hacerse sentir en mis hombros. Miré con espanto hacia mi sillón, se veía vacío y lejano junto a la mesita con la copa de licor de menta y el helecho donde había comenzado este horror.
Tuve suerte, el animal comenzó a secarse y cayó al suelo como un gigantesco gusano marrón.
Mi cuerpo había cambiado definitivamente.
Me incorporé con dificultad, la niña tiró de la única mano que me quedaba y me remolcó hacia donde estaba mi ropa. Algunas de las personas que reposaban lánguidas tomando sol, al verme mutilado de manera tan exótica, se levantaron de un brinco. Un hombre tomó a sus dos hijos en vilo y los transportó tropezando con las mesas hacia los baños. Dos mujeres protegieron sus ojos ante mi presencia. Una rubia me desconcertó con su caída de rodillas al piso y un vómito a chorro que derramó sobre una bandeja repleta de saladitos. Suerte que ahora el animal estaba muerto. Me vestí como pude.
De la mano salimos del lugar, la camisa colgaba vacía de mi costado. Me desmayé y al despertar estaba en un cuarto pequeño sobre una alfombra con olor a pis de gato, a jazmines y a humedad. Además de la niña, había varias personas con ausencias extrañas en sus cuerpos. Por esos espacios, donde debió haber estado una nariz, un pecho, una garganta, se podía observar el cuarto y a sus habitantes como por inusitados marcos. Ellos se miraban con afecto, mientras curioseaban las vistas que se ofrecían ante los ojos. Les devolví esas miradas.
Un viejo con un agujero perfecto como un tubo de plata en la frente, me alcanzó una taza de té, bebí. El líquido entró a mi estómago y también chorreó un poco por la espalda. El viejo me secó con suavidad con un trapo que le acercó la niña. Bienvenido al Grupo de Fragmentados, dijo.
Un sollozo rugió en mi pecho, y entre lágrimas, vi a la niña levantarse el vestidito para ofrecer a la mirada del grupo su vientre agujereado. A través de él, podía verse un sillón mullido donde descansaba un gato, sus ojos amarillos repartían compasión.

FIN



Un análisis energético posible

Este cuento me sugiere en primer lugar la polaridad neptuniana directa, donde de pronto se desencadena la simbiosis total con el entorno, en éste caso un bicho posado en una planta. El protagonista queda capturado y se disuelve entregando su identidad.
La polaridad plutoniana se manifiesta en su aspecto inverso, impotente y victima del descontrol destructivo. Es en esta situación donde podemos leer que cuando Neptuno esta en su versión directa y la estructura se ablanda y entrega a la disolución, entonces la energía plutoniana opera en la versión impotente y desvalida de su polaridad.
El protagonista vive su Plutón de modo tal que opera a favor de la destrucción por disolución neptuniana.
Urano en polaridad directa dada la increíble e imprevista situación, expresa su deseo por lo nuevo y diferente en la postura distante, abstracta y abierta, desprovista de emoción.
"Solo quería mirar".

Encuentro la cualidad virginiana en el modo de narrar, detallista y meticuloso, todo va ocurriendo con su propio orden y encuadrado de manera que parece pertenecer a algún sistema de funcionamiento correcto. El protagonista no enloquece, sólo evalúa y clasifica la "realidad" de lo que le ocurre.

Saliendo del tema polaridades transpersonales, esta frase refleja un stellium que contiene a la Luna, Urano y Marte, negando las emociones y dejando en luz la cualidad Marte Urano. "Ningún dolor, sólo un asco húmedo, frío y pleno de una vitalidad destructora".

La niña aparece como una versión posible de Saturno que puede poner limite a la situación y al irse ella por agua, el protagonista logra definir un Saturno interno que lo hace descubrir que si decide impedir la disolución puede hacerlo.
"Decidí impedir que mi disolución continuara y, para mi sorpresa, ante este pensamiento, el bicho se detuvo y esperó."

Podemos leer entre líneas el pudor y la sensación de inadecuación social ante las irrupciones y consecuencias de Urano y Neptuno manifestándose en polaridad directa.
"Algunas de las personas que reposaban lánguidas tomando sol, al verme mutilado de manera tan exótica, se levantaron de un brinco. Un hombre tomó a sus dos hijos en vilo y los transportó tropezando con las mesas hacia los baños. Dos mujeres protegieron sus ojos ante mi presencia. Una rubia me desconcertó con su caída de rodillas al piso y un vómito a chorro que derramó sobre una bandeja repleta de saladitos. Suerte que ahora el animal estaba muerto. Me vestí como pude."

Hacia el final del cuento me resulta difícil desenmarañar el juego Urano Neptuno en el devenir del texto. Como si operaran complementándose y potenciando hacia alguna pertenencia posible, tal vez una Luna Saturno experta en energías transpersonales.
"El viejo me secó con suavidad con un trapo que le acercó la niña. Bienvenido al Grupo de Fragmentados, dijo."
Después de lo cual irrumpe el volumen de Agua de un ascendente Piscis con su carga de tristeza, empatía y compasión. En definitiva ser con otros o con algunos otros.

 

3 Comentarios

Javier P (5.May.2009 @ 03:28 gmt) dijo,
Hola Eli
Te escribo para contarte que el cuento me pareció increible. Primero me angustió y luego cuando me di cuenta de la metáfora que encierra me encanto.
Soy pisciano y me senti identificado por ciertas sensaciones que logré captar en mi vida social.
un beso
Javier
Laura (5.Feb.2010 @ 23:00 gmt) dijo,
Me encantó el cuento, creo que tiene mucha riqueza. Lo que mas me resuena en éste cuento es por un lado la voracidad de escorpio, esa sensación de fusión entre el bicho y el cuerpo del protagonista, y por otro lado el intenso registro del cuerpo, como va describiendo cada parte que va devorando el bicho, en general hay mucho registro del cuerpo en el cuento. Yo rescato este juego de polaridad escorpio-tauro.
Eli Serebrenik (14.Feb.2010 @ 06:35 gmt) dijo,
Hola laura! que bueno que te gusto el cuento :)
Entiendo lo que decis de Tauro/Escorpio, lo pensé..pero luego me di cuenta de que la autora no tiene ningun elemento en su carta que justifique dar relevancia a dicho eje. Claro, tampoco puse datos de su carta.
Pero dado lo Neptuniano y lo Uraniano como transpersonales mas fuertes en su carta, y Pluton en V, siendo entonces un transp. que implusa la expresividad plutonianamente. Pero la experiancia del personaje del cuento viene de un neptuno directo y un urano también directo(lo impensado y extrambotico se hacen presentes en su vida y se terminan expresando a la plutoniana, arrasando en el modo narrativo. Mercurio tambien esta en Leo en V. :)
Ahi la impregnacion voraz por parte del bicho, lo siento como una cuestion Neptuniana, donde uno se ve "chupado" ·adherido peligrosamente en una cuestion disolvente. No te olvides que el personaje no muere, toma todo con cierta aceptacion lo diferente que le ocurre, y termina siendo integrado a un grupo de fragmentados como el, y esa escena es mas uraniana que plutoniana.
De todos modos es interesantisimo intercambiar opiniones.
Gracias
un cariño!
Eli