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¿De dónde vino la Luna, mamá?

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¿Nunca te han preguntado eso? ¿Nunca te has preguntado eso?
En fin... no la trajo una cigüeña volando por el aire desde un París intergaláctico, ni salió de un repollo espacial. No, no. La Luna no vino. En el sentido de venir, digo, no vino de ninguna parte... sino que la luna fue.

Pero... ¿¡cómo¡?, se preguntaran, ¿¡no vino!? ¿No es que era una "piedra" que andaba volando por el espacio de aquí para allá, y que fue capturada por la Gravedad del planeta Tierra como a veces pasa, y que ya descubrimos cómo y gracias a lo cual tenemos Internet, comunicaciones vía satélite, el pronóstico del tiempo y el mundial de Alemania en directo? ¿¡No!?

No, de ninguna manera. La teoría actualmente aceptada nos dice que la Luna no vino del espacio, que nuestra hermosa, vieja y querida Luna no nos cayó del cielo... vino, o en todo caso fue, desde la Tierra... pa' juera.

Nuestra vieja conocida es igual de vieja que nosotros, y es nuestra "hija" y no nuestra "madre" si vamos al caso, porque aquí, cuando nos ponemos a hablar de la Luna, hablamos Astronómicamente y nos ocupamos de las cosas cómo son en realidad y no de los pareceres. Nos ocupamos solo de las cosas que son visibles, pesables, medibles, palpables, tangibles, y a veces, tan solo a veces, como la mayoría de las veces en realidad, hablamos de otra cosa...

La Luna es un trozo de la materia primigenia de la cual venimos. Pero "La Luna" es solo algo que nos recuerda el origen, aquello de donde provenimos y de lo cual fuimos formados, pero que en términos históricos y astronómicos, tiene la misma edad cronológica que nosotros. La Luna es un símbolo tangible del pasado, de nuestro propio pasado, es un trozo de la "sustancia" original.

"...y de ésa pasta nutricia y primigenia,
y un rayo que cayó del cielo,
de allí venimos... "

Suena como un poco fantástico y cuasi mágico dicho de este modo, pero este enunciado encierra la clave de una verdad hoy por hoy aceptada por la Ciencia denominada Panspermia... Sí, sí, por la ciencia, por esos tipitos calvos de lentes y aire grave a quienes les gusta andar pinchándole el globo a los fantasiosos románticos. y que podríamos resumir así, entremezclada con la historia de la Luna, y con la nuestra, y que explica el origen mismo de la vida tal cual la conocemos:

En algún momento, cuando estábamos aún en las primeras etapas de formación como planeta, un meteorito gigante nos impactó y como resultado de ello sucedieron dos cosas en verdad muy pero muy notables... la primera, es que se desprendió una importante parte de nuestra masa protoplanetaria y fue lanzada al espacio... aunque de todos modos fue capturada por la gravedad terrestre, y se hizo finalmente nuestra Luna.

Salió de nosotros... de nuestro propio vientre, de allí salió la Luna. La parimos, y con dolor, ¡vaya que sí! La parimos, y el "agujerote" que quedó en nuestro planeta producto del tal evento, se llama hoy día el Océano Pacífico.

Si miran en un planisferio, notarán el vacío terrestre. La corteza terrestre es más delgada allí que en cualquier otra parte del globo, su superficie presenta varias e importantes fracturas que la transforman en una de las zonas con más frecuentes actividades sísmicas.... Éste evento sucedió, según estudios muy recientes de la Universidad de Köln (esto viene siendo en Alemania), hace unos 4.527 millones de años... y tengamos en cuenta que apenas hacía unos 40 millones de años que existía el Sistema Solar... pero bien, eso está claro, nosotros, como planeta digo, éramos una masa rocosa terriblemente caliente y blanda, como una bola de barro hirviente con una costra solidificada por el tremendo frío cósmico como mantita (siempre sospeché que teníamos Luna en Capricornio), que perdió un pedazo de sí misma en el choque... Pero y el Meteorito gigante ése... ¿¡dónde está!? ... se preguntarán, pero ya vamos a ello...

La segunda cosa fantástica que sucedió fue, en ese mismísimo momento, es lo que hace que hoy estemos aquí: Sucedió Nosotros. Nosotros Tierra Viva, digo. Allí comenzamos a ser cuando menos, y de verdad, un Planeta... Pero no por tener un satélite dando vueltas a lo tonto en torno nuestro, sino porque allí habríamos adquirido nuestro propio corazón de planeta... El núcleo Terrestre. El Meteorito "ese" pasó a ser, sino la totalidad del núcleo férrico de la tierra al menos una importante parte de él. El meteorito, ese "cacho" de roca "extraterrestre", constituye nuestro más íntimo "Corazón" planetario...

Una hipótesis de gran aceptación hoy día, también indica que el objeto impactado contra nosotros habría sido un cometa, y que, al mismo tiempo de constituirse o sumarse al núcleo, aportó gran parte del agua presente en nuestro mundo (los cometas son, básicamente, objetos de diversa materia revestidos de hielo de Agua), logrando con ello iniciar los procesos de la formación de la vida tal cual la reconocemos actualmente... actuando el cometa, como un "agente-fertilizador-cósmico"... un tipo de espermatozoide "planetario", por llamarlo de alguna manera...

Hablar Astrológicamente de la Luna, es hablar ineludiblemente de Fertilidad, de aquello de lo que todo nace y de cuando todo fue. Luego ya hablaremos de el cómo es que se desarrolla y por qué la vida en un Planeta, y sobre lo qué es y no es un planeta.. pero al hablar de la Luna, debemos hablar del momento cuando todo comenzó y fue. Del inicio que hizo posible que hoy estemos aquí hablando de esto. Porque hablar del origen de la Luna es hablar del origen de nuestra propia existencia en la materia y de cómo es que somos una parte interconectada con la Totalidad.

Supongo que habrán visto ustedes, durante sus estudios escolares, el funcionamiento de los imanes naturales, e incluso habrán construido un electroimán, un aparato muy simple: Un núcleo de hierro al que rodeamos varias veces con un alambre aislado cuyos extremos conectamos a una pila eléctrica, y obtenemos un artefacto capaz de atraer hacia sí el Hierro como si fuese un imán natural. Un electroimán. Construimos un "Electro-imán", un transformador simple de energía. Tomamos energía eléctrica y por medio de hacerla recorrer un trayecto por un cable la transformamos en energía magnética y calórica... pero bien, eso ya de por sí está muy bien y nos ha sido de muchísima utilidad en el desarrollo tecnológico, pero también podríamos efectuar el experimento en sentido contrario, y tomando la energía magnética transformarla en energía eléctrica. ¿¡No sería fantástico poder hacerlo!? ¡¡Energía Limpia y Gratis!! Desgraciadamente con nuestra tecnología actual no sabemos cómo hacerlo de un modo simple, pero lo que sí sabemos, ciento por ciento, es que la Tierra sí sabe cómo hacerlo.

Miremos la Tierra como si fuese un aparato. La Tierra como un simple aparato transformador de energía. Este "aparato" arranca, se pone en marcha, digamos, del siguiente modo: tenemos una gran masa protoplanetaria en órbita estable que adquiere una importante cantidad de hierro para su núcleo, y que del movimiento producto del impacto y de su núcleo férrico, no solo se genera la chispa "eléctrica" que lo enciende y genera la vida, sino que, al mismo tiempo, lo interconecta a un sistema mucho mayor productor de energía... el Sol, y a su sistema claro, y aunque hoy diríamos que lo coloca "On-Line" con la "SolarNet" para ser más exactos en cuanto a los principios de intercambio que observamos se producen, lo cierto es que allí comienza a funcionar nuestra maravillosa "nave planeta", para denominar de algún modo a éste artefacto gigante en que vivimos y que nos sirve de transporte y sustento por los abismos espaciales.

Pongámoslo en claro, no es que la tierra antes no giraba y estaba quieta, nunca lo ha estado, lo hacía, y lo hacía muy bien, y quizá lo hacía mejor sin su eje torcido... pero lo hacía a otra velocidad, y sin, o con insuficiente, núcleo... pero el cascotazo ése que nos dieron para darnos corazón, fue también el impulso final en el arranque del aparato aparte de extirparnos una Luna... ¿y la Luna? ¿Tiene acaso la Luna un núcleo? Sí tiene, pero uno pequeño. Insuficiente para transformarla en un planeta, pero quizá lo suficiente sí, en una buena semilla de él que quizá podría florecer en otros jardines...

Esto es lo que podrías contestarle a quien te preguntó al principio y, al fin de cuentas, es la pura verdad. (Astronómicamente, digo)

En la Astronomía nos ocupamos solo del "cuerpo físico" de los objetos celestes y quizá tengamos una tendencia en exceso mecanicista en las descripciones de los, digamos, "comportamientos" de los objetos celestes. No hay, en tanto ciencia exacta, una visión orgánica del universo en el estudio de la Astronomía, aunque sí una sistémica capaz de comprender una otra visión orgánica compleja cualquiera. Ya lo sabemos, y supongo yo que todos lo sabrán, que Astrología y Astronomía fueron desde sus inicios una sola cosa indivisible. La Astronomía es una herramienta fundamental de la Astrología tal cual la conocemos, ya que sin ella no podríamos calcular ningún mapa astral que podamos interpretar. Por lo general se la suele tomar, a la astronomía, como perteneciente al combo de materias más "aburridas" cuando se decide uno a estudiar la carrera astrológica de modo serio... una especie de "Matemáticas" de la astrología, ¡¡ y ni que hablar si nombramos la "Historia"!!... y puede ser, sí, claro que puede ser, pero solo en algún sentido y dependiendo de quién la enseñe y de la conciencia que cada uno tenga de lo necesario de su aplicación. No nos olvidemos que como antaño, y digo miles y miles de años, cualquiera que se diga de sí mismo "Astrólogo", debe al menos poder salir a la noche oscura y mirar pá arriba, identificar las constelaciones de las que tanto habla y señalar tal o cual planeta, saber finalmente en dónde es que está y por dónde debe ir para llegar a destino... y si es que hará o no, finalmente, calor o frío...